domingo, 21 de junio de 2009

Una de película



Una peli que me encantó: Vidas al límite (Bringing out the Dead)

de Scorsese
(..la están dando estos días en Space....)


Con el bomboncito de Nicolas Cage en un personaje traumatizado (!Qué raro¡)
Un paramédico que se preocupa porque se le mueren los pacientes que intenta salvar.
No es casual: casi todos son borrachos y drogadictos recogidos casi en coma de las noches neoyorquinas.
Pero al él no le importa, quiere salvarlos y sufre cuando se le mueren o se escapan del hospital. Claro, que es una película.



Le dejo una descripción más profesional tomada de:



En New York, lejos del comercio sofisticado, perfumado y gamoroso del mundo fashion, se encuentran mundos al que ni siquiera Dios entra de vez en cuando. Son barrios donde prima la miseria, donde habitan los escrachados de la sociedad, donde conviven la prostitución, las drogas, la violencia y la muerte. Es allí donde deben acudir diariamente los salva-vidas.
El de paramédico, según el mismo Martin Scorsese: "es el peor trabajo que existe". Esta película da cuenta de un fragmento crítico en la vida de Frank Pierce (Nicholas Cage), un paramédico que cree estar cumpliendo una función redentora y casi divina al traer de regreso a la vida a aquellas almas que están a punto de dejar este mundo terrenal. Las causas para su presencia son tan variadas como la fauna que habita esas calles pletóricas de riesgo, pobreza y deseperanza. Frank toma su trabajo como un don y una responsabilidad, él debe revivirlas y llevarlas de emergencia a un hospital, que no siempre yiene espacio o personal para continuar su labor.
Lo peor es que Frank está desprotegido contra ese ir y venir a sitios infernales; ese contacto contínuo con la muerte es peligroso. Sus eventuales compañeros (Ving Rhames, John Goodman y Tom Sizemore) se amparan o mejor dicho se parapetan en la religión, el humor, la psicósis o lo que sea para defenderse y no dejarse atrapar por la locura. Lo importante es no ser permeable al fuego abrazador que emana la imposibilidad de salvarlos a todos, y Frank acude a las emergencias con su pecho descubierto como un ángel salvador.
Su crisis existencial comienza cuando sus vidas se van y su "poder" no funciona. Cuántas vidas se le van sin que él pueda hacer algo por ellas? La culpa de no poder ayudarlas, los fantasmas de las victimas, el insomnio y la impotencia lo atormentan hasta la deseperación. De pronto, en la oscura noche de Manhattan ve una luz chiquita al final del camino. La lamparita está en la mano de Mary (Patricia Arquette), a quien siente que debe proteger aunque inconscientemente lo hace también para salvarse él mismo.
El guión está escrito por un viejo conocido de Scorsese, Paul Schrader ("Taxi Driver", "Raging Bull"), quien adapta satisfactoriamente el libro, agregándole una cuota de humor negro que salpica sonrisas, muchas veces nerviosas, en distintos puntos del argumento.
Pasaron 25 años de "Taxi Driver", la película que gatilló de alguna forma el nacimiento de esta película pero no porque sea una remake o una copia. En el fondo es como cerrar la puerta que había quedado abierta en aquel momento. En TD, Travis Bickle está en este mundo para hacer justicia. Tiene tanto odio en su alma traido desde la guerra y acumulado por los rechazos de la sociedad hacia su persona, que está convencido de ser una herramienta divina para destruir a los malvados. En BOTD, Frank viene a hacer exactamente lo contrario. Su misión es salvar vidas y no terminar con ellas. Su deber final es la redención del alma humana y cuando se topa con la inexistencia de apoyo espiritual y divino se derrumba.
La realidad es peor que lo que uno se imagina, parece susurrarnos Scorsese. Las imágenes construidas soberbiamente por Robert Richardson (ligado a la obra de Oliver Stone) apuntan a los semáforos rasgados por la velocidad, a los contrastes de colores, al movimiento hiperkinético, a los ojos como señal de la soledad con uno mismo, etc. Los aportes de una cámara vinculada al videoclip da una desmesura que podría simular el ritmo cardiaco. Es cierto que no parece un estilo muy scorsesiano pero su uso es atinado e hilvanado al resto con maestría por una fiel colaboradora suya, Thelma Schoonmaker. El montaje es una prueba de habilidad y dominio del concepto total que vale la pena tomar en serio. La música es ecléctica: ornamental, oldie y de comienzos de los '90. Todas construyen buenos climas que se alternan con el humor y los picos críticos del personaje. Las actuaciones son de primer nivel y se corresponden con lo que uno espera de un director como Scorsese. Esta es otra película "impecable" del pequeño Marty.
Lo que queda picando es precisamente el punto de vista de Scorsese. Su anterior película "Kundun" es una una oda a la paz y con esta también apunta en esa dirección. Me pregunto si es una etapa infranqueable que surge con la madurez o es sólo un bache en una calle repleta de obstáculos hipodérmicos por evitar… Afortunadamente, tenemos a Scorsese suelto en las calles nuevamente y eso es lejos más divertido que verlo en las montañas tibetanas.
Andrés San Martín

1 comentario:

  1. Excelente Post Rositaaaa!!!!

    Compro! me lo vendiste en una forma excepcional!
    Lo primero a reconocer es que Nicolas Cage "me puede", me enamora con su sonrisa y me desarma con su ternura!

    Lo segundo, la cara escondida de New York es un escenario seductor, es como mirar bajo la alfombra del Imperio.

    Lo tercero: el perfil del personaje, sin escudos, poniendo el pecho a las "balas" de la condición humana, en (imagino) bravas condiciones morales y físicas.

    Y por último, un director timoneando en el cine y en su vida personal.

    Imperdible cóctel que repito, compro!

    Muchísimas Gracias! Un abrazote y te sigo, claro que sí!

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